Según el lugar donde estén, podemos distinguir entre músculos superficiales o cutáneos y músculos profundos. Los músculos superficiales están inmediatamente por debajo de la piel (de la cara, cabeza y cuello).
La mayoría de los músculos profundos corresponden a los músculos esqueléticos, ya que se insertan sobre los huesos del esqueleto.
Otros profundos lo hacen en los órganos de los sentidos (por ejemplo, los que mueven los ojos) y otros están situados más internamente, relacionándose con órganos como la laringe o la lengua.
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